Hoy,
amanecí encrespado en mi colchón.
Bronceado por la luz que se cuela a través de la rendija que adorna mi
rota y poco diáfana ventana, agradecí haber despertado un día más. Ya van
aproximadamente cinco meses desde que la fiebre apareció y en el mundo, ni los
burócratas y/o pederastas, ni automovilistas o peatones, se han escapado. No
pertenezco al rebaño que despierta orando para que el ya antes enfermizo e
hipócrita terreno de proporciones planetarias, regrese a ser el mismo; es por
esto que yo, me he hecho el propósito de hacer la bitácora de cuanta noticia
salga a la luz, o de cuanta noticia emane de la mismísima lobreguez del
infierno.
Hoy
en la madrugada, el mismo grupo de hombres caucásicos me corretearon hasta la
esquina de la avenida Estoraque, y tal fue mi desesperación que llamé al
muchacho que me ayudó el otro día,
aunque no tuve suficiente crédito. Él vino.
Ya
no radica en mí el mismo periodista que competía con sus colegas en montar la
nota amarillista más impactante y ganarse la primera plana, para luego poder ir
a beber una cerveza ligera con el jefe y ganarse el ascenso; ahora soy
relativamente peor. Me permitiré hacer
una cita narcisista de esta bitácora para los inciertos que abran el cuaderno
en esta misma página-
He
perdido el empleo. Los hombres cegados por Morfeo, castrados por la pereza del
saber y la eutanasia temporal del mismísimo destino, están siendo tratados en los
hospitales de alta alcurnia, para aquéllos que sus calzones son incapaces de
lavar, y a muchos otros, en los hospitales públicos y gratuitos. Ningún médico
me ha resuelto dudas, únicamente –así como si todos de memoria lo recitaran-
concluyen en que los pacientes fueron inducidos al sueño súbitamente, y sin
causa aparente. (7-2-9)
El
casi indescifrable sujeto me proporcionó el reporte sobre muerte, así como acta
de defunción de la tercera víctima. El documento presenta que se logró
encontrar restos de la misma sustancia que en el teléfono público. Es una breve conjetura, que no ha diferido de
los otros dos difuntos. Aún no se reportan casos en animales. (18-9-7)
La
enfermedad inmunda, ha despertado –figarutivamente- en muchos la idea de
mutación. Todavía en el mes anterior las personas no despertaban luego de doce
recomendadas horas de sueño ; hoy en día, el opio mental que ni el cuerno de
Hipnos hubiera alcanzado a la multitud del siglo XXI, hace que los profesores
se desvanezcan a media clase, los automoovilisstas se duerman a la mitad del
peligroso crucero, los pilotos descansen a medio vuelo, o los amantes a la
mitad de un beso de despedida.
Me
encuentro en el dilema, erosionado seguremante
por mi constante pensamiento en él, de si debo dirigirme al sureste
del del país a notificarle de mis recientes des
cubrimientos a ________________ ya que pongo en riesgo mi vida, y sumamnte
atesorada informacionnn –con esto me refería al mencionar mi fracaso como
periodistacerdo cobarde- del que El dejk de al señorita de la semana psada me
comunicó.
La
madrugda fue larga y eo sueño corto. Mr proponfre continuar con mi bitacor
lyego de una brebve siest, e
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